martes, 12 de enero de 2021

boticabluesb 1

 Los viejos rockeros nunca mueren. Siempre estarán con su música.

Así acaba el pequeño vídeo de promoción que he terminado hace un rato, dedicado en exclusiva a dar a conocer en 5 minutos, de una forma un poco especial, al grupo cordobés “La BOTICA BLUES BAND”.


Sus integrantes no son cualquier cosa. Compaginando muy diferentes profesiones, veterinarios, profesores, catedráticos, abogados y otras, se reúnen para vivir y sentir, por unas horas, la música del viejo rock. Y de vez en cuando hacen su concierto, con su público, con su gente, con todos esos amantes de una música que dejó huella muy dentro del panorama musical de cada época.
Gracias viejos rockeros. Gracias amigos por seguir haciendo música y saber compaginarla con vuestras profesiones.
Por cierto, ¿conocen el porqué de su nombre?.
Es muy fácil. Todo grupo cultural o musical, deportivo o social, necesita un local para reunirse o para ensayar. Pues bien, Fede tiene un local anexo en “la botica” o farmacia. De ahí su nombre. Seguro que nadie llega a faltar al ensayo por enfermedad. Siempre habrá un supositorio o pastilla dispuesta a mejorar el mal.
Que los jóvenes de hoy sepan que nada es imposible de conseguir siempre que se utilice la entrega a la profesión, el amor a la música y la bandera de la honestidad.

Video montaje y Caricaturas Antonio Cañadillas


Pues tirando de historia, de esta historia, recuerdo precisamente a Paco y Alberto en escenario de Cope y en el Duque de Rivas, cuando iniciaban su carrera y colaboraban con su presencia en los festivales en pro de los discapacitados. Cuando todos remábamos en una sola dirección.

Paco y Alberto, hoy componentes de la BOTICA BLUES BAND

Aquí os dejo una exclusiva 
Paco Iñiguez y Alberto Morales Jimenez  en plena acción
Entonces, colaboraba en la Voz de Andalucia, con algunos programas juveniles.

Alfredo Asensi Diaz

He disfrutado con este precioso video que mi buen amigo Antonio. Cañadillas ha realizado a la Botica Blues Band. He disfrutado y a la vez me he transportado muchos años atrás cuando algunos de los actuales ‘ Botica’ acudían ilusionados, hechos unos imberbes, a uno de los programas musicales que yo presentaba en Radio Popular, la hoy conocida como COPE.

Se llamaba Musical Joven: Club Juvenil, y en él únicamente se radiaban canciones previamente grabadas en nuestros estudios. Conseguimos aplicar a estas grabaciones una especie de eco que les proporcionaban un empaque que parecían grabadas en un estudio profesional.
Fue espectacular. Las voces, las guitarras, sonaban con una acústica diferente. Todos querían grabar en los estudios de Radio Popular. O aportar su propia maqueta. El programa se enriquecía con grabaciones de rock, donde brillaba Fernando López Randy, José Rafa (Mezquita), José Santiago Beethoven, Miguel Galán; de canción protesta y bastante folk, todo ello bajo la influencia de Beatles y Rolling; de Paco Ibáñez, Raimon, Elisa Serna, y Nuestro Pequeño Mundo (¿hay por ahí alguien de Etimologías?), Jarcha o Nuevo Mester. Había también jóvenes que venían a imitar a sus ídolos: Cat Stevens, Janis Joplin (¿te acuerdas, querida Inma Pineda?) o, intentando un estilo propio (¡hola, Paco y Alberto!) uno de los dúos favoritos de la audiencia – y eso que solo enamoraba con la sugestión de sus voces, que si hubiera podido ser con la de su imagen, un lío, vamos. No te digo más. ¡Saluditos Antonio y Rafael, Los Mellizos!). Abundaban los dúos a lo Simon y Garfunkel. Y mucho de canción testimonio –lo que se dio en llamar la “canción blanca”, pues no se podía hacer otra cosa con aquella censura–. En esta línea destacaba un grupo, asiduo al programa, que se hacían llamar 50 % (50 por ciento) y luego, al emprender el camino de la música folk, se denominaron Presencia. Y por allí pasaron Expresión, y Mezquita, y algunos componentes de Medina Azahara antes de crearse este grupo.
Al llegar a este punto tengo que reconocer que Club Juvenil fue un gran acierto en la programación local de aquella joven Radio Popular, ya que sus imborrables y gratos recuerdos son permanentemente revividos cuando me encuentro con algunos de aquellos jovencitos, ya convertidos en exmédicos, exprofesores, exfiscales o, para simplificar, simplemente jubilados. (¡Joer con el paso del tiempo!). A veces, un simple encuentro fortuito con alguno de ellos termina así, verídico:
– ¡Hola, Alfredo! ¿Cómo estás? Te veo muy bien. No pasan los años…
–Quita, no mientas. Tú sí que estás igualito que antes.
Terminado este mentirosillo diálogo, empiezan a brillar los espejos del ayer. El camino, los caminos se abren, y un sinfín de vivencias, por mí ya olvidadas, vuelven a florecer. De nuevo centellean los cristales de la memoria y se recomponen sucedidos dignos de tener su lugar aquí. Por ello, aunque esté escribiendo hoy todas la horas del día, nunca podré poner el punto final a esto, ya que mañana, cuando ronde por Cruz Conde, o por el Gran Capitán siempre tendré el agradable tropiezo, por ejemplo, con Alfonso Lozano, padre de Nacho Lozano, que actualmente dirige el grupo Góspel Córdoba que tanto triunfa donde actúa; y hablaremos de aquellos tiempos del Dosa, del amor por la música folk, y entonces hay un joven brillo en mis ojos, una ternura en la voz, un burbujeo de estrellas en la mente. Y es que te estás trasportando a aquellos años, de un siglo pasado, caramba, donde en tu corazón cabían todas las canciones, todas las sonrisas, todas las ilusiones… Bueno, bueno, que me estoy poniendo demasiado tierno. Diré, finalmente, que la culpa es del video de Antonio Cañadillas donde vuelvo a ver a aquellos amigos, que lo siguen siendo, José Santiago Beethoven, y, especialmente Paco y Alberto, amigos y tan locos por la muisca como yo, con los que tengo conectados el enchufe de la amistad permanentemente. Y no me olvido del gran José Luís Cuevas, de amistad más reciente, pero firme y rotunda como el golpear de sus baquetas.

Antonio Cañadillas